Suele ser raro e incluso desconcertante cuando encontramos a esa otra persona con la que las horas se nos pasan volando, una tras otra, conversando en un café, compartiendo un vino, mirando programas fomes, caminando cuadras y cuadras, o hablando horas y horas a través de un medio electrónico cuando estás lejos para acortar la distancia...

Con quien te olvidas de las vergüenzas, los pudores y las fantasías inconfesables. Te sientes seguro y le haces sentir seguro...

A quien llamas desesperada(o) por teléfono a horas insospechadas y con sólo escuchar su voz sientes la calma aunque estés a kilómetros de distancia...

Esa a quien le escuchas sus fobias, miedos y dudas...


Para mi esa persona eres tú...

En realidad hace tiempo que no utilizaba mi blog para poner algo de carácter personal y con altos contenidos de romanticismo ☻...pero qué va hoy pensé por qué tenemos la costumbre de escribir mucho cuando queremos despotricar o descargarnos o contar malas historias, y no podemos dedicar un par de líneas para reconocer públicamente lo feliz y enamorados que estamos, o para dejar una pequeña dedicatoria... y aquí dejo un poema de Fabián Ruíz que gráfica plenamente lo que siento por aquella personita...

No intento ser el gran amor de tu vida,
ese que te exige, te demanda y luego te olvida.

Simplemente intento ser esa que disfruta
cada instante, cada segundo de tu compañía.

Esa que en aquella noche de verano (en nuestro caso tarde de invierno)
bajo un cielo repleto de estrellas,
encontró en un abrazo, en un beso tuyo,
la felicidad que creía perdida.

No quiero ser tu dueña, tu pastora, tu guía,
esa que te dice lo que tienes que hacer y luego te margina.

Simplemente intento ser esa que te quiere y te mima.
Esa que en aquella madrugada de desvelo,
feliz, extasiado, intensamente disfrutó
de la paz de tu rostro mientras dormías...

No me interesa ir de visita por tu vida,
ser la gran señora que te llena de cosas
por fuera y por dentro te vacía.

Sólo intento ser la que te provoque una sonrisa,
esa que aquel día poniéndose romántica,
enmarcó la belleza de tu rostro
y le escribió una dulce poesía.

No me gustaría ser esa que de rodillas suplica tu amor,
ese que te tortura y lastima con su fuerte obsesión.

Solamente ansío ser aquella que naturalmente desees,
esa que en una impensada y casual noche
fue dueña de tu confianza por única vez,
protagonista sin ninguna restricción
de la completa entrega de tu pasión.

Sólo intento ser aquella que te pueda enseñar:
que quizás exista el amor eterno,
que tal vez la felicidad tenga dueño,
que cada instante compartido
puede ser un mágico sueño
del que no se quiere despertar...

Sólo pretendo ser únicamente yo,
esa loca perdida que te quiere,
esa que se anima a decir
sin miedos todo lo que siente:

¡Te amo intensamente
cómo ayer, cómo hoy,
cómo lo haré siempre!